¿Cómo manejarse con los niños con la flexibilización de la cuarentena?
Lic. Griselda Geuze
En medio de toda la situación de stress que conllevó el aislamiento preventivo y obligatorio, los padres han estado obligados a ser cuidadores, maestros, entretenedores, estimuladores…todo al mismo tiempo y en un solo lugar. Y ahora hay que pensar en empezar a deshacer todo ese sistema simbiótico.
Enfrentarnos a un inicio de desconfinamiento también es un desafío, y creo, mayor aún de lo que fue aislarse. Es cierto que los chicos se adaptan más fácilmente que los adultos, pero al igual que los mayores necesitan un tiempo de adaptación que hay que respetar.
Este regreso a la socialización debe ser gradual para disminuir la ansiedad. Los niños, sobre todo de la primera infancia, pueden mostrarse más irritables e inseguros, y la capacidad para retomar el ritmo se verá disminuida. Es importante recordar que el pequeño adoptó otras formas de relacionarse y de aprender durante el encierro. Es necesario que desde la familia se contemple un tiempo de adaptación.
Lo que se espera es que el niño, aunque en un principio se sienta entusiasmado por salir, tenga sensaciones encontradas. Con el fin de tranquilizarlo, se lo debe ir preparando paulatinamente. Para ello, los padres pueden ayudar a sus hijos de muchas formas:
- Es aconsejable anticiparle al niño que el confinamiento se relajará y que habrá posibilidad de realizar algunas salidas y que toda la familia se irá preparando para ello.
- No asustarlo pero sí brindarle información realista, clara y sencilla sobre los cuidados evitando transmitir miedo o angustia.
- Armar el equipo de prevención, como el tapaboca y el alcohol en gel, de papá, de mamá y de cada niño de la familia.
- Mirar por la ventana varias veces por día, observar todo lo que se ve y está sucediendo afuera y comentarlo.
- Empezar por pequeñas salidas hasta la puerta de la calle. Después, ya salir brevemente
a lugares al aire libre al menos media hora por día, muy cerca de casa.
- Realizar algún mandado juntos.
- Que la salida no sea siempre con el mismo padre, un día con mamá y otro día con papá, si se puede, o juntos.
Todo debe ser paulatino. De a poco cada día, pero todos los días. Una vez que el niño se acostumbró y se familiarizó con una rutina, incorporar el siguiente paso.
Volver a la vida normal es un deseo muy fuerte, pero tiene sus efectos: miedo, ansiedad, enojo, sensación de desprotección, una vuelta a los problemas. Todo esto los niños también lo sienten.