Lic. Griselda Geuze
Los cambios de rutinas, el distanciamiento con los amigos y los afectos, la falta de descarga motriz y el modo en el que se viva intrafamiliarmente este aislamiento pueden generar reacciones en los niños. Una de las más preocupantes es la regresión.
Por regresión se entiende que el niño, que en condiciones normales está en constante aprendizaje de cosas nuevas, de repente da un paso atrás y retoma costumbres y actitudes que tenía cuando era más pequeño.
Según los expertos en crianza, vínculos y neurodesarrollo, durante esta cuarentena con chicos, hay que poner atención a las siguientes conductas regresivas:
Hacerse pis encima
Comenzar a hablar como un bebé
Pedir un chupete para tranquilizarse
Volver a pedir la mamadera
Querer dormirse con los padres
Desear estar en brazos
Volver a usar juguetes de bebé
Estar más llorón
Chuparse el dedo
Berrinches, cuando ya los había superado
Pedir el juguete o elemento de transición (peluches, mantitas, almohadas)
Desde luego, la actitud de los padres es fundamental para tranquilizar al niño. Para evitar que esos episodios aislados se vuelvan conductas recurrentes, los profesionales recomiendan:
– No retarlo, sino acercarse a él, abrazarlo, mirarlo y tratar de poner en palabras lo que pasó.
– Jugar más con el niño y dedicarle más tiempo y atención. Esto lo hará sentirse más acompañado.
– No enojarse, pero tampoco dejarlo pasar: Con buen tono y respeto, dialogar con el pequeño.
– Mostrar comprensión: Una actitud rígida no es de ninguna utilidad.
– Desdramatizar: Una conducta aislada no es para asustarse. Hay que atenderla para que no se repita.
– Hablar sobre sus sentimientos.
Si los episodios se repiten en el tiempo, y nada parece funcionar, es importante consultar a un psicólogo infantil.
Como siempre, la intervención temprana en todos los aspectos de la infancia ayuda a mejorar la calidad de vida del niño y a disminuir la posibilidad de consecuencias mayores.