Lic. Griselda Geuze
Si bien se sabe que el bebé durante el embarazo, se está formando físicamente, desarrollándose, creciendo en peso y longitud y que cuando es más grandecito pega sus pataditas, pareciera que el mensaje que siempre ha llegado es que el bebé está en completa soledad, sumergido en un mundo muy íntimo, desconectado del mundo exterior, en un lugar oscuro, silencioso y sin sentir nada, situación que se revierte al momento de nacer como si fuera este el momento en que cobrara vida y comenzara a sentir y a pensar.
La realidad es que esta idea es completamente errónea, ya que si bien es cierto que el bebé se encuentra en un lugar muy seguro, el vientre materno, que se está formando neurológicamente y físicamente, también es muy cierto que el bebé siente todo lo que sucede, es capaz de captar las caricias de su mamá y diferenciarlas de las de su papá , oye y se relaja o se excita según la música que escucha, se calma con la voz de mamá, distingue y responde diferentes a los sonidos, su visión se va poniendo cada vez más activa hasta poder seguir, alrededor de la semana 28, una luz provista desde el exterior .
Otro error es pensar que el bebé no capta los desplazamientos y no tiene noción del espacio dentro de la panza. La verdad es que sí se da cuenta de los mismos, reconoce cuando la mamá sube la escalera, cuando camina apurada, cuando se balancea, cuando se acuesta, cuando duerme de un lado o del otro, respondiendo a ellos a través de sus movimientos.
La vida antes de nacer ya no es un secreto; es sumamente completa y rica, el bebé está contenido y cuidado en su nido perfecto, el vientre materno, y allí se desarrolla pero no sólo físicamente sino también emocional y madurativamente.
Importantes investigaciones en el campo de la Psicología Prenatal han demostrado que la personalidad se comienza a formar en la vida intrauterina como así también los primeros aprendizajes que son las bases para el desarrollo de todas sus potencialidades y su inteligencia.
Conociendo la verdad sobre lo que sucede dentro de la panza, la mamá es conciente ahora de la importancia de relacionarse, de comunicarse con su bebé. Las formas más sencillas son llamarlo por su nombre, contarle lo que está haciendo, estimularlo con caricias, canciones, bailes, cuentos, pero por sobre todas las cosas saber que es mamá en función a las respuestas de su HIJO, en función a ese vínculo al que da lugar el acompañar a su bebé en su crecimiento antes y después del nacimiento.