Lic. Griselda Geuze
Vieron que rápido se tranquiliza un niño cuando hace un berrinche y sus padres le dan un celular o tableta para entretenerlo?
Con el uso de ciertos dispositivos electrónicos se han reemplazado los abrazos, los besos, los límites y la palabra para ese momento justo. Gracias a una pequeña pantalla seductora que inmoviliza al niño, no se le permite interacción con otra persona, no se le ofrece un espacio de comunicación, las respuestas son automatizadas y el contacto físico está totalmente ausente.
“Pero es un ratito nada más!“ …es la respuesta más común.
Sí, pero un ratito puede ser mucho!
El niño que crece en estas condiciones tiene menos oportunidades para aprender, jugar, comunicarse, vincularse, socializar; se lo priva de miradas cómplices, de juegos de palabras, de enseñanzas y de interacción.
Claramente esto es una elección que está en los padres, es mucho más fácil ser reemplazados (y a veces justificados) por una pantalla, que dedicarle el tiempo que el niño necesita en ese momento, ya sea para calmarse o para entretenerse.
Todos los días en el consultorio recibimos comentarios como: “ pero lo usa sólo cuando come, si no, no almuerza”, “pero es sólo unas horas por las mañanas si no quiere salir o se aburre”, “un rato por la noche para dormirse.”
El problema no es que el niño mire lo que sucede en una pantalla (si es un programa para su edad), lo grave es que lo hace solo. Si el niño estuviese acompañado por un adulto con quien interaccione y use la pantalla como un juego, se le da otro sentido; ahí donde hay dos personas, el niño y el adulto, y un juguete, el dispositivo electrónico, y el adulto le habla al pequeño y va comentando lo que sucede, le hace gestos y a partir de ahí juegan a otra cosa, las pantallas no cobrarían un aspecto negativo respecto al lenguaje y a la socialización. El problema es cuando se deja solo al niño con el dispositivo y es únicamente esto lo que lo entretiene o lo calma.
¿Y por qué es un problema? Porque puede traer como consecuencia retrasos del lenguaje y de la socialización.
A veces los padres nos explican que es sólo un corto tiempo lo que sus hijos están frente a la pantalla. Es importante saber que estudios científicos presentados en las Sociedades Académicas Pediátricas confirman un aumento del 49 % en el riesgo de sufrir retrasos del lenguaje expresivo por cada incremento de 30 minutos de tiempo que el niño pasa con una pantalla portátil. Según la Asociación Americana de Pediatría (AAP), los padres de niños menores de 18 meses deberían evitar las pantallas; de 18 a 24 meses la exposición en dado casi debería ser con contenidos de alta calidad, y en compañía de sus padres para ayudarles a comprender lo que están viendo; los de dos a cinco años, el límite es de una hora al día y siempre con los padres presentes. Respecto a los niños mayores de seis años, se deben establecer límites claros y constantes, asegurándose de que el tiempo de pantalla no interfiera con el sueño y la actividad física.