El desarrollo del Apego durante los 3 primeros años de vida de un niño

El desarrollo del Apego durante los 3 primeros años de vida de un niño

Lic. Griselda Geuze

Los primeros dos meses de vida: Contacto estrecho y preferencial

Es la etapa donde el hijo necesita mayor contacto con su mamá. Abrazos, acunamiento, silencios, miradas, masajes y expresiones suaves son los mejores aliados para este momento tan especial donde nace fuertemente el vínculo madre – hijo.

Todo es nuevo para los dos.

Déjate ayudar con las tareas de la casa, disminuí otras actividades y las reuniones sociales extensas. Escucha las palabras del pediatra, sácate todas las dudas con él. Descansa, seguí los tiempos del bebé y date tiempo para conocerlo y mimarlo.

Aparece el diálogo tónico que es la forma de comunicación corporal entre la mamá y su bebé, principalmente en los primeros tiempos, donde se requiere de un lenguaje corporal relajado, gestos suaves, miradas cercanas, posturas apropiadas para amamantarlo, contacto físico estrecho y las palabras tiernas hacia tu bebé . Tus brazos y tu postura se acomodan al acogimiento del pequeño y permiten que le transmitas seguridad y contención.

Poco a poco aparecen los gorgojeos, que son las primeras expresiones verbales y es fundamental que se los repitas con una sonrisa y una mirada con proximidad a su carita.

Alrededor de los 3 meses: Alimentando el vínculo

Si bien ya empieza a sonreír a otras caras y a seguir con la mirada los objetos que se le muestran, aún siguen siendo tus manos, tus palabras, las miradas compartidas y los bailes con mamá, los estímulos preferidos de tu bebé.

Imita sus gorgojeos mirándolo a los ojos, cántale y háblale mientras lo cambias, bésalo (en las mejillas y en el cuerpo), hazle cosquillas y disfruta de sus devoluciones.

Recuerda que el «exceso» de amor, respeto y atención nunca malcrían a un niño y mucho menos en esta etapa.

Comienza a desarrollar la prensión ,así que está muy bien si le acercas juguetes livianos y pequeños, como argollas del tamaño de su mano y con diferentes texturas para que pueda tomarlas.

Si bien surgen las primeras apariciones de rastreo de su entorno aún sigues siendo tú la gran protagonista de su vida.

Medio año: Aparece otra óptica del mundo.

El bebe ya puede rolar, se mantiene sentado con apoyo y puede ver el mundo desde otra óptica ya que ahora esta semivertical, antes siempre estaba acostado. La libertad para la adquisición de cada postura  le permitirá sentirse más libre y seguro, no es necesario que estimules rígidamente el cambio de postura, pero sí puedes estimularlo con juguetes y con tu propio cuerpo para que mire para un lado y el otro para que tenga él la necesidad de moverse y sentarse pero recuerda que su seguridad y contención aún están en pleno desarrollo.

Por otro lado, aparecen las primeras comidas, y todo lo sensorial será de placentera búsqueda y aprendizaje para él. Las alfombras multiestímulo, los sonajeros con más ruido y la investigación de lo que dejes cerca de él, le permitirán explorar su medio cercano, por lo que es importante tu proximidad para cuidarlo y también para ir poniendo palabras a cada situación de aprendizaje.  Recuerda que las canciones y los bailes a upa también son un gran estímulo en esta etapa.

Los tremendos 9 meses: Aprendiendo a despegar

La necesidad de buscar a mamá se impone tanto como hacer lo mismo que haces tú y tocar todo lo que tocas.

En esta etapa el bebé empieza a gatear y va a ir en búsqueda de todo lo que te vio hacer durante estos 9 meses: tocar enchufes, abrir alacenas y cajones y mucho más. Por esto, es importante tener en cuenta que la casa se transforme en un hogar seguro, quitando todo lo que pueda ser peligroso del alcance del niño y siempre estar atenta a sus recorridos sin quitarle los ojos de encima.

Necesita llamarte, así que empiezan las primeras emisiones de intento de palabras. Repítele su charloteo y cuando emita la palabra MAMÁ (repitiendo las dos sílabas “mamamam”) festéjalo con emoción y respóndele repitiendo la palabra mamá, dándole significado a la misma.

A esta edad, puede ser un poquito antes o después,  el bebé se da cuenta que su mamá no siempre está y le da «terror» su desaparición. Todavía no sabe que estás aunque no estés frente a su vista y entonces llora desesperadamente, con mucha angustia, no se calma con otros adultos y pareciera ponerse más demandante.

¡Este es un proceso totalmente normal!

Nunca lo dejes llorando, abrázalo y cálmalo, háblale, que escuche tu voz y cuando tengas que salir, empieza a anticiparle explicándoselo con palabras simples, sin angustiarte y segura.

Este proceso cognitivo – afectivo dura unas semanas pero pasa, por lo que es importante estar atenta y acompañarlo, sin miedo, a que lo transite.

En esta etapa los juegos como el cucú, el aparezco y desaparezco, el juego con sabanas y cuevas, los juegos de estímulo – respuesta son apropiados para que vaya procesando esta angustia de separación y construyendo internamente la permanencia de su mamá.

Llegamos al bebé de un año: Pasito a pasito, te busco y te llamo «MAMÁ»

Comienza a dar sus primeros pasitos, emite sonidos y una o dos palabras, saluda con su manito y aplaude. Le interesa que le cuentes cuentos, las canciones, y aunque aún es necesaria tu supervisión, se lo ve más independiente.

A veces pueden no gustarle algunas cosas, pero come todo lo que le ofrezcas (siempre consulta al pediatra), usando sus dedos e iniciando el uso de la cuchara para recoger el alimento.

Déjalo investigar y que se enchastre pero estimúlalo para que logre autonomía y dedícale unas horas al día para jugar en el piso con él.

No le ofrezcas ningún tipo de pantallas, salvo que las usen juntos para bailar y cantar.

Si bien parece muy independiente y puede sentirse muy entusiasmado para jugar con su papá u otras personas cercanas, recobra su seguridad con tu cercanía en las necesidades básicas, el baño, el cambiado y su alimentación. Recuerda estimular su lenguaje y reaccionar positivamente a sus emisiones .  Ya comienza a emitir las primeras palabras y serán ellas las que participarán poco a poco en el nuevo apego, ya que será, muy paulatinamente cambiando el contacto físico por los encuentros compartidos de comunicación, manteniendo siempre la contención, la escucha, la atención y el ida y vuelta entre mamá e hijo.

El año y medio: ¿Jugamos Mamá?

Cada vez está más independiente. Se mueve con mayor autonomía, se saca las medias, charlotea en su propio lenguaje y aparecen más palabras reales en su repertorio.

En esta etapa juega solo, comienza a reaccionar con la presencia de otros niños y te lleva los juguetes a ti, como una forma de asegurar su propia confianza. NO lo rechaces, al contrario, coméntale lo que te va mostrando y vuélveselos a ofrecer.  Aún no ha terminado el proceso de apego aunque exista una mayor exploración  e interacción con el mundo, es decir, existirán espacios de juego contigo, con otros adultos y hasta con otros niños, pero siempre eres su referente para su seguridad y para que logre esta autonomía.  Por eso ante estas situaciones  es importante registrarlas y responder sin invadirlo, pero conociendo porque lo hace.

Va y viene. Investiga con todos los sentidos, se lleva los objetos a la boca. Usa el dedo para señalar, le gusta mirar cuentos, reconoce sus pertenencias y señala partes de su cuerpo.

Comienzan las primeras puestas de límites con palabras claras y con actitud firme. Esto también forma parte de un apego seguro.

Los esperados 2 años: el pasaje de bebé a niño y  el importante rol del padre

Cada vez logra más independencia. Se lava las manos solo, los dientes con ayuda, se desviste solo y puede ponerse prendas sencillas. Participa en la mesa de los adultos, por lo que se recomienda asignarle un lugar en ella. Aparecen los berrinches y la necesidad de defender lo que es suyo.

El lenguaje es notoriamente más amplio, arma sus primeras frases y cuenta con unas cuantas palabras. Puede repetir secuencias, pero ojo! que estas no sean la única forma de comunicación.

Hace juegos representando «como si». Se instalan los hábitos de higiene y es muy importante estimular tanto la autonomía como cuidar la intimidad.

El rol del padre es fundamental a esta edad, le agrada jugar con él, y acepta más sus límites.

Este tiempo es de expansión por lo que la puesta de límites debe ser clara y definida , coherente y mantenerse en el tiempo, sin sentir angustia o culpa por esa indicación. Por ello es necesario que se mantenga la coherencia y sean consensuados entre mamá y papa.

Maneja mejor su cuerpo, camina, se agacha, se puede sentar solo en una silla, sube escaleras sostenido de la mano, corre y patea la pelota. Avisa por sus necesidades fisiológicas (sed, hambre, sucio, sueño).

Le agrada intervenir en las actividades de la casa. Come solo usando su cuchara y bebe de un vaso o tacita que puede tomar por sí mismo. Reconoce familiares en las fotos. Su lenguaje crece día a día y de a poco va abandonando los señalamientos por las frases para comunicarse. Diferencia su sexo pero le divierte jugar con todo. Se nombra a sí mismo, aunque sea con un sonido parecido a su nombre.

Es más autónomo y capaz de interactuar más con sus pares aunque se mantiene siempre en una postura egocéntrica. “ Lo mío es mío y lo tuyo también” es la frase que definiría al niño entre los 2 y 3 años

Sabe lo que es suyo y esas pertenencias le dan seguridad, no queriendo prestarlas y pretendiendo que todo sea para él solito. Esta no es una actitud egoísta sino que lo hace para preservarse y sentirse contenido. Es importante ponerle el límite respetando que no quiera prestar sus cosas pero educarlo para devolver y respetar los juguetes de otros niños. Explicándoselo con calma y palabras sencillas lo irá incorporando y se sentirá seguro. Ponte en su lugar y no te rías de sus enfados y tampoco te desbordes por sus berrinches, sé amable y amorosa, pero al mismo tiempo, firme y educadora.

El apego se da no tanto por lo corporal sino más por las palabras, el permiso a la investigación, el cuidado sin ahogarlo, el respeto a su crecimiento y estando incondicionalmente presente sin agobiarlo.

El niño de 3 años: Intimidad, autonomía y límites

Es charlatán y egocéntrico. Le agrada bailar y cantar. Aumenta su imaginación y posee una mayor coordinación motora que le permite comenzar a usar el triciclo.

Estimúlalo para que juegue y siempre que sea posible, hagan salidas al aire libre. Evita el uso de pantallas para entretenerlo o calmarlo.

Los límites siguen siendo prioritarios, llevan tiempo y desgastan, Lo sé! pero no los reemplaces por un dispositivo electrónico. Si desea ver una película o un juego, contrólalo, que sea por poco tiempo y en lo posible conversa con él sobre lo que ven, o háganlo juntos.

Es una buena edad para iniciar el jardín de infantes, esto le permitirá recibir ricos estímulos, interactuar más con sus pares y aprender reglas y rutinas. La adaptación al kinder puede llevar más o menos tiempo según cada díada madre – hijo.

Averigua todo lo que necesites antes de que empiece, esto disminuirá tu ansiedad y confía en el potencial de tu hijo para quedarse y crecer en libertad con nuevas experiencias. A medida que pasen los días irás tomando mayor confianza, la que le transmitirás al pequeño y ambos podrán disfrutar con plenitud esta nueva etapa, donde el lenguaje será el medio de comunicación en un momento de mayor desapego.

Otro tema importante a tener en cuenta a esta edad es la INTIMIDAD: el niño ya debe tener su espacio con su cama, sus juguetes y su ropa donde poder descansar. Es hora de estimularlo a que deje los pañales si todavía los sigue usando (no quitárselos) y debe bañarse con la asistencia de un adulto pero solo. Se debe evitar compartir situaciones de pareja que debieran estar normalizadas en esta época. La madre debe volver a su rol de SER MUJER, espacio donde el hijo NO entra.

El rol del padre es fundamental para ayudar a equilibrar el Ser Mujer y el Ser Mamá de la Madre.

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