¿Cuáles son los diferentes tipos de Apego?

¿Cuáles son los diferentes tipos de Apego?

Lic. Griselda Geuze

El apego es la primera relación que tiene el niño contigo y es uno de los pilares para su desarrollo emocional y evolutivo, dando lugar a nuevos aprendizajes en la vida del hijo.

Existen diferentes tipos de apego, en general hablamos de dos grandes tipos principales: el apego seguro y  el apego inseguro. Este último a su vez, se divide en tres: el evitativo, el ansioso – ambivalente y el desorganizado.

El apego seguro es la mejor garantía para que los niños tengan una infancia sana. 

Es el más sano de todos y se da cuando él siente la incondicionalidad por parte de su mamá y tiene la certeza de que no va a fallarle. Este apego se da cuando le  proporcionas seguridad y te preocupas por establecer una comunicación y un contacto con tu hijo. Los pequeños con este tipo de apego exploran de forma activa su medio ambiente cuando se encuentran solos contigo, y se intranquilizan al separarse de ti. Te tomas el tiempo para estar con su hijo y le permitís el crecimiento acompañándolo pero dándole los espacios que el niño necesita a medida que crece y lo estimulas para ello.  Hay un ida y vuelta permanente entre los dos desde el nacimiento.

El apego inseguro  evitativo es cuando se fomenta en exceso la autonomía.  Es cuando alimentas a tu hijo y te ocupas de sus necesidades básicas, lo bañas y lo cuidas pero te pones ansiosa, nerviosa e insegura para calmar a tu bebé, pareciera que no puedes entender lo que le pasa, no sabes como calmarlo por miedo.
El bebé, para no ser rechazado, debe dejar de expresar sus emociones.
Por ejemplo cuando llora, tu , al no saber que hacer, lo ignoras y no puedes calmarlo pero cuando tu hijo se calma solo, te se acercas a él.

El apego inseguro ansioso-ambivalente se da cuando le das respuestas variables e incoherentes. Eres capaz de satisfacer la necesidad sólo algunas veces, de manera que tu hijo no siente suficiente seguridad desde tu persona. Es decir, en algunas ocasiones , al encontrarte tranquila, animada, quieres relacionarte con tu bebe y te muestras sensible y cariñosa hacia él, reconociendo sus necesidades y satisfaciéndolas de manera cálida, pero en  otras ocasiones, no estás disponible, de manera que te vuelves imprevisible para el niño, que no sabe cuándo vendrás. Por eso tu hijo debe llamar más tu atención para que te acerques. Aparecen los  berrinches muy fuertes o llantos mucho más que lo esperable. Tu hijo se vuelve más demandante.

El  apego inseguro desorganizado es cuando no puedes hacerte cargo de tu hijo sanamente. No puedes decodificar lo que le pasa te enfadas hasta pueden existir maltratos, agresiones y violencia hacia el niño. La relación entre madre e hijo resulta amenazante. Durante la crianza, llegas a actuar desorganizadamente, siendo imprevisible e impredecible. Tu hijo se hará notar mucho más,  gritara, hasta podrá presenta conductas disruptivas.

En todos los casos es importante aclarar que el tipo de apego que el niño recibe en su primera infancia y sobretodo durante sus primeros años de vida influye directamente sobre sus relaciones, sus aprendizajes y sobre su percepción del entorno.

Otro punto importante que quiero mencionar que el apego se da entre el niño y su figura de apego. Esta es la más cercana quien lo cuida, es decir,  la madre, el padre o el adulto cuidador.

¿Se puede modificar el apego inseguro?

Sí, siempre cuando no exista un problema de base en esa figura de apego que le impida llevar a cabo un apego seguro.

Vamos a ver algunos ejemplos donde no se da el apego seguro:

  • -Cuando le das indicaciones contradictorias
  • -Cuando no respondes o das respuestas inapropiadas, por ejemplo, si tu hijo está enojado y tú te ríes en vez de contenerlo.
  • Si te muestras confundida o asustada por tu hijo.
  • Al desorganizarte en su crianza, a veces actúas de una forma y otro día de otra completamente diferente.
  • Cuando lo retas hasta atemorizarlo
  • Ante la presencia de excesos corporales: lo tironeas, te acercas con gestos que lo atemorizan o lo asustas con tus posturas
  • Cuando no hay límites claros y firmes
  • Si necesitas que tu hijo te reasegure
  • Frente a la existencia de una sexualización en la crianza
  • Al producirse un retraimiento físico, por ejemplo lo sostienes en brazos pero alejado lo más posible
  • Cuando no le hablas porque piensas que no te entiende.

Muchas veces la imposibilidad de darle a tu pequeño un apego seguro no solo depende de ti, está íntimamente relacionado con tu propia historia, con el maternaje que recibiste, con los mandatos y creencias en tu infancia, con las pérdidas , por ejemplo pérdidas de embarazo previas, con el deseo excesivo de ser mamá, con una falta de equilibrio entre tu ser mamá, tu ser profesional y tu ser profesional (léase la nota  “Madre e hijo, la díada perfecta”)

El apego inseguro impacta favorablemente para un  desarrollo con déficits emocionales, de conducta o de comunicación.

Con la Intervención de la regulación del apego, el mismo se revierte o mejora pudiendo comprender ciertos aspectos que producen este alejamiento de la incondicionalidad y falta de decodificación para con el niño. Estos cambios en la temprana edad del hijo favorecen la reversión de estos déficits mencionados, si es que solo dependen del tipo de apego, ya que el tipo de apego influye pero no determina.

¿El huevo o la gallina?

A veces las cosas pueden darse al revés:

En esta díada perfecta entre madre e hijo donde estas preparada para dar un apego seguro, puede ocurrir que no recibas las respuestas esperadas de tu bebé, que el niño no reaccione, que llore más que otros niños, que su conducta sea difícil de moderar, o que no te mire, no acepte tus juegos y así la relación se va haciendo más difícil.  En estos casos se desarrolla un apego inseguro pero porque como he explicado anteriormente en el apego seguro hay un ida y vuelta donde la madre estimula y el niño recibe y responde a ella y así se va dando la relación.

En casos de niños que neurobiológicamente presentan ciertos déficits, no se da este ida y vuelta, y acá aparece la ansiedad, los sentimientos encontrados, nuevamente los mandatos sociales y quedas expuesta como mala madre SIN SERLO en absoluto hasta que te encuentras con el diagnóstico y debes pasar por situaciones como el duelo de estas vivencias no recibidas, el despojarte los sentimientos que te han generado estas situaciones de estrés y la aceptación de las dificultades de su hijo.  Es acá donde también se debe trabajar con la regulación del apego para restituirla y fomentar ese ida y vuelta y la nueva crianza, donde obviamente nunca falto el amor y la entrega.

Por eso esta pregunta ¿el huevo o la gallina?, ¿qué sucedió primero?, cualquiera de los dos genera un apego inseguro y es necesario atenderlo para mejorar la calidad de vida del niño y también reconstruir el vinculo madre e hijo.

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