Lic. GRISELDA GEUZE
Lic. en Fonoaudiología – Master Internacional en Psicología Infantil. Master Internacional en Detección e Intervención Temprana (La Haya). Referente en Crianza y Desarrollo infantil
Lic. ELIANA VAZQUEZ
Lic. en Psicología
Como hemos expresado en artículos anteriores, el apego es la primera relación que tiene el niño cuando nace, generalmente su figura de apego es su madre, quien lo cuida, cubre sus necesidades, lo calma, lo asiste. En función a cómo sea esta relación, la misma impactará en el desarrollo en sus aprendizajes y la evolución de sus interacciones futuras.
Existen diferentes tipos de apego. Hablamos de apego seguro, cuando existe una disponibilidad constante, cuidado, contención, sostén y atención entre la figura de apego y el bebé. En este tipo de relación, la madre aprende a entender y atender a su hijo en función a sus necesidades y marca una crianza autónoma, firme, y segura.
Cuando este tipo de apego no se da, aparecen otros tipos de relaciones como los apegos no seguros, entre ellos se evidencian tres tipos: el apego evitativo que es cuando la mama no puede fomentar el contacto emocional de su hijo. Existe el cuidado y el amor por el niño pero ella no logra decodificar las necesidades del pequeño, generalmente se muestra más fría y ayuda a que el niño sea mas tempranamente mas autónomo pero provocándole inseguridad.
Otro tipo de apego inseguro es el ansioso – ambivalente que es cuando la mamá asiste a su hijo, está mucho con él pero, al mismo tiempo, no puede entender lo que le sucede y se demora en atenderlo ante el llamado de atención del pequeño.
Por último se encuentra dentro de los apegos inseguros, el desorganizado. En este caso existen conductas inseguras y hasta negligentes por parte de los padres.
Es importante mencionar que las figuras de apego pueden ser la madre, el padre o el primer cuidador cercano del bebé.
Ahora bien, ¿cómo influye el tipo de apego en las conductas y emociones del niño?
En los casos donde recibe un apego seguro el niño se muestra seguro, autónomo e independiente y a medida que crece está más confiado de sí mismo, presenta alta autoestima, es sensible y capaz de reflexionar sobre las cosas que le suceden. Al haberse sentido querido, valorado, respetado y aceptado, manifiesta comportamientos activos, interactúa de manera confiada con el entorno.
El niño que ha recibido un tipo de apego inseguro evitativo, se mostrará independiente, distante y controlador. Los cuidadores no le han proporcionado la seguridad suficiente y entonces el pequeño desarrolla una autosuficiencia compulsiva y un distanciamiento emocional de sus figuras de apego. Generalmente no llora cuando se separa quien le provee el apego y evita el contacto. Muchas veces, esta conducta puede llegar a confundirse con la seguridad, pero en realidad, provoca un gran sufrimiento al menor. Este niño suele presentar estrés y crece sintiéndose poco valorado, teniendo dificultades para las interrelaciones futuras.
El niño que ha vivido un apego inseguro ansioso – ambivalente suele tener altos niveles de angustia, es insistente, poco autónomo por lo que busca la seguridad y la protección en las futuras relaciones. Suele presentar miedo y angustia de separación, necesita de la aprobación de los otros y tiene miedo a que lo abandonen.
Finalmente cuando un niño ha tenido un apego inseguro de tipo desorganizado, presenta comportamientos inadecuados, contradictorios hasta destructivos, y también puede sentir miedo de su cuidador inicial. Se presenta inseguro, es impulsivo o explosivo, estresado, se siente poco valorado y muchas veces, no entiende las emociones de los demás. Puede presentar una alta carga de frustración e ira, desregulación emocional, dificultades sociales y también problemas emocionales.