Lic. Griselda Geuze
El bebé cuando nace tiene la necesidad de contacto físico y afectivo y quien se lo da es la figura que cumple el maternaje. Generalmente esta figura es la mamá. Tú y tu hijo forman la primera diada de apego. Algunas veces, por diferentes situaciones, no puede darse esta díada madre – hijo y el apego se construye con el padre o con el cuidador permanente de ese bebé, quien lo contiene, lo asiste, lo mima, lo entiende y poco a poco, le permite las aperturas para relacionarse con el mundo exterior.
Esa proximidad constante del adulto que ejerce el apego le da seguridad al niño permitiéndole la autonomía en su desarrollo.
Se inicia con el dialogo tónico, esa forma de acomodarse corporalmente uno con el otro en momentos tan especiales como es el amamantamiento, la forma de sostenerlo, la cercanía cara a cara, las miradas compartidas, los olores de ambos y el disfrute de tenerse uno al otro. Luego aparece la sonrisa social, después una sonrisa dirigida y, a medida que crece, se da lugar a una búsqueda más amplia de su mundo, la exploración del entorno, pero siempre teniendo la posibilidad de tenerte cerca, dándole un apoyo seguro, una cercanía placentera para favorecer sus aprendizajes.
Este vínculo afectivo que se estableces con tu hijo constituye uno de los pilares fundamentales de la crianza y da lugar a la formación de nuevos sistemas evolutivos.
Aparecen diferentes “sistemas” en el niño (así llamados por los investigadores sobre el apego) que se relacionan entre sí, dando uno la posibilidad que se de el siguiente. El primer sistema es el de conductas de apego, luego aparece el sistema de exploración, más adelante se da el sistema de miedo a los extraños y, por último, el sistema afiliativo.
El sistema de conductas de apego se refiere a todas aquellas conductas que están al servicio del mantenimiento de la proximidad y el contacto contigo (sonrisas, llantos, contactos táctiles, sostén, proximidad). Se da en los primeros meses durante la crianza del bebé. Por ello se aconseja no dejar a un niño llorando, tenerlo un buen tiempo abrazado, darle calidad durante el baño y su cambiado, hablarle, cantarle, jugarle y prestarle atención.
El segundo sistema que se desarrolla es el sistema de exploración, que es cuando el niño puede empezar a tomar objetos, jugar con ellos, explorarlos, por ello es importante saber cuáles son los juguetes apropiados para estos primeros meses, como así estimular las nuevas experiencias como por ejemplo, el momento de la alimentación: que sea ordenado y rutinario y ofrecerle también experimentación sensitiva de la comida y de los objetos para ingerir los alimentos, darle una cuchara para que la explore, dejarlo que sienta las diferentes texturas, y otra cuchara para que tú lo alimentes. Tu hijo comenzará a tocar, a tirar y a descubrir los ruidos que produce cuando tira algo, pero aún todo lo que desaparece de su vista deja de existir en su vida. Ahora las alfombras de multiestímulos son apropiadas, como los sonajeros más grandes, los juguetes que pueda llevarse a la boca, las mantitas de apego y, por supuesto, los baños con diferentes esponjas, los masajes con diferentes ritmos y los bailes con mamá. . Esta etapa tiene una relación estrecha con la anterior ya que cuando tú desapareces de su proximidad, llora para atraerte; y si no lo haces aumentará su llanto (que es su forma de comunicarse en esta etapa) y baja la exploración del entorno, por lo que es importante cantarle y hablarle desde lejos, aunque no te vea, ya que todos los aspectos sensitivos son importantes en este momento.
El sistema de miedo a los extraños es la etapa siguiente, el niño ya reconoce a otros adultos pero los percibe como extraños y eso lo angustia, y aunque les sonríe y puede jugar con ellos, aún te busca a ti para tranquilizarse y sentirse seguro, de aquí la necesidad de buscarte e investigar todo lo que ve que haces. En este período empieza el gateo y la búsqueda de objetos diferentes que observó que su mamá toca, como las puertas de alacenas, los enchufes, las pantallas, pero a pesar de que su exploración del medio es mayor, aun no sabe que si tu te vas de su vista, sigues estando cerca; entonces se angustia, por eso es importante hablarle aunque no estés a su vista, abrazarlo , mimarlo pero no sentir culpa si tienes que trabajar o retirarte un rato Este es un proceso que tu hijo debe pasar hasta que asimile que aunque estés ausente igual regresaras. Es importante saber que si tu ansiedad de separación aumenta, producirá la misma sensación en el niño, generando una apego inseguro. La aparición de la madre disminuye las conductas exploratorias y necesita dotarse de más apego contigo, por eso es importante regular los tiempos y enseñarle de a poco, esa ausencia sin angustia y dejarlo al cuidado de otra persona que comience a ser una persona de apego seguro para él, para que se tranquilice, y por supuesto, también para ti.
Una vez superada la angustia de separación, el niño se vuelve más investigador, aunque siempre vuelve a su madre como referente, puede alejarse más pero trae los juguetes para “compartirlos contigo”, comienza a darse cuenta que son dos personas diferentes, reconoce a los adultos conocidos y puede estar más tiempo sin su mamá sin angustiarse.
Poco a poco, a medida que camina y puede alejarse más y aparece el juego y el lenguaje, se da inicio al sistema afiliativo que se refiere al interés por mantener proximidad e interactuar con otros sujetos, pero para que se dé positivamente será necesario que los otros sistemas antes mencionados sean seguros.
Todos estos sistemas se dan con un apego seguro.
Ahora bien ¿que es un apego seguro?
Todas las mamás son capaces de establecer un apego seguro en sus hijos brindándole autonomía y seguridad.
Los dos pilares básicos de un apego seguro son la creación de un vínculo de confianza y protección para el niño, favoreciendo la autonomía y la exploración segura y también la intimidad, el respeto y el cuidado del pequeño, como el pasaje sin culpa del amamantamiento a la alimentación, la transición de dormir con los padres a dormir en su habitación o al menos de tener un lugar para el donde estén sus cosas, sus juguetes, su ropa, sus pertenencias, el cuidado del cuerpo, un baño donde se priorice la higiene y el juego en él, pero no al mismo tiempo que sus padres, al menos durante la aparición del tercer sistema de apego ( 18 a 36 meses), un espacio para “conversar y estimular su lenguaje, un tiempo de miradas y sonrisas entre los dos, un momento para el juego en el piso, y una crianza con disfrute y posibilidades de exploración y sin miedos ni angustia. Toda situación de preocupación debe consultarse siempre con el pediatra y no dejarse llevar por comentarios de ajenos. Es importante que la madre este relajada y no tome la crianza y el cuidado de su hijo como una obligación de una inexperta, no se nace siendo mamá pero se aprende desde el amor y la confianza en sí misma y aprendiendo a decodificar lo que el hijo necesita, con paciencia y siempre buscando ayuda en las actividades extras en personas de confianza.
Otro factor que suelo ver seguido en el consultorio es la culpa por no poder estar todo el día con su hijo o la angustia por separase de él; todo esto el niño lo siente y da lugar a la inseguridad y a la disminución de la exploración y la autonomía. Confianza, atención, aprendizaje y disfrute serán los pilares para la maternidad que se desea entregar al niño para generar una mejor calidad de vida y con hijos más independientes y seguros para enfrentar el mundo que los rodea y las interacciones con los otros.